Envejecer en femenino – Blanca Susana Vega Martínez

Envejecer en femenino

Blanca Susana Vega Martínez

El invierno se asoma en México, las fiestas navideñas y el abarrotamiento en los en los centros comerciales y supermercados son escenarios comunes, en las grandes ciudades se apresuran por las compras de última hora, y los problemas sociales se tratan de minimizar u olvidar por un momento, incluso resulta ser un buen período para que el gobierno obscurezca las condiciones de muchos mexicanos que se encuentran en abandono, marginación o vulnerabilidad. Los adultos mayores no son la excepción. Ignorados en tiempos de incertidumbre, violencias, desatinos gubernamentales y una sociedad que vive al día, los adultos mayores resultan ser sujetos poco escuchados y con escasas políticas que los protejan.

La notoria presencia de aspectos sociales y culturales que rodean al envejecimiento han servido para estudiar el fenómeno a partir de particularidades, es decir, a sabiendas de que el envejecimiento no es un fenómeno universal u homogéneo, sino que se caracteriza por tener diversos modos de envejecer en cada cultura, por lo tanto no se puede hablar de la vejez en singular, sino de vejeces. Así, al no tener un carácter universal, el envejecimiento puede verse como un fenómeno heterogéneo, ya que sus representaciones y significados están en correlación con las características sociales, generacionales e históricas de cada sujeto, además de ello, es indispensable tomar en cuenta el género. Por esta razón, las preguntas que hoy nos convocan a pensar en la vejez se inscriben en este tenor, ¿hay diferencias entre el envejecimiento femenino y masculino? ¿significa lo mismo envejecer siendo mujer que siendo hombre? Y la respuesta nos la dan los datos y las experiencias con los adultos mayores de hoy: las diversas condiciones sociales coadyuvan a que hombres y mujeres tengan una vejez distinta y marcada por los estereotipos, normatividades culturales y roles de género.

Las condiciones sociales y culturales de las mujeres que hoy son adultas mayores las colocan bajo diversas desventajas, por ejemplo: menos acceso a la educación, a la alimentación, a los servicios de salud, y a un empleo que le proporcione una jubilación o pensión. En nuestro país como en otros más, la mujer por tradición ha permanecido al cuidado de los hijos y del hogar, estos roles la colocan en un lugar de vulnerabilidad y riesgo que al paso de los años afecta su calidad de vida, sobretodo en la vejez.

Además de ello, hay que agregar que las mujeres mayores son más propensas que los hombres a recibir maltrato físico o psicológico por parte de su cónyuge, familiares o personas que cuidan de ella, al mismo tiempo que son más proclives a múltiples microagresiones en una sociedad fuertemente marcada por una cultura excluyente. Sumándole a ello, se tiene documentado que es más probable que los hombres mayores sean cuidados por su esposa cuando lo necesitan y no al contrario; dos razones saltan a la vista: la esperanza de vida de las mujeres es más amplia y tienden a llegar primero a la viudez, y segundo, prevalecen los roles de género, en los cuales, la mujer sigue siendo cuidadora, más no cuidada; de ahí que se observe un mayor porcentaje de mujeres albergadas en casas hogar o asilos.

Otro punto resalta en este pensar en la vejez femenina: pocas mujeres mayores de hoy tuvieron un empleo formal que les proporcionara una pensión para gozar de una vejez decorosa, por ello son diversas las condiciones sociales que hacen un futuro menos favorable para las mujeres no trabajadoras, ya que tienen mayor probabilidad de llegar a una vejez propensa a un ambiente de pobreza, aislamiento y desventaja, dichas mujeres dependieron de los ingresos de su pareja, la situación puede ser devastadora si la pareja tuvo acceso a un empleo informal y sin derecho a una pensión, por lo que ambos quedan desprotegidos y en riesgo de pobreza.

Así, ante esta situación, las mujeres mayores viven sus últimos días llenos de angustias y en espera de un apoyo que suele venir de sus redes sociales: familiares, vecinos o amigos que en el mejor de los casos están al pendiente de ellas. Por otra parte, es importante señalar que no es lo mismo envejecer en un medio urbano que envejecer en lo rural, eso nos da otra historia… y ahora pregunto, y en tu país, ¿qué representaciones y condiciones sociales tiene el envejecimiento femenino?

Blanca Susana Vega Martínez – Instituto de Ciencias Educativas – Universidad Autónoma de San Luis Potosí – susanavega8@hotmail.com

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