A 70 años de un Premio Nobel: pensar a Gabriela Mistral, pensar la educación chilena – exclusivo

Carola Sepúlveda

Gabriela Mistral (1889-1957), profesora, intelectual y diplomática chilena fue reconocida en 1945 con el Premio Nobel de Literatura, siendo la Primera persona en Latinoamérica en recibir este galardón.

A 70 años de este reconocimiento, las conmemoraciones y re-visitas a su figura, se nos presentan bajo diferentes formas. En Chile, por ejemplo, publicaciones, eventos y un Doctorado Honoris Causa Post Mortem homenajean a la autora.

En estos momentos, en que las coyunturas revisionistas nos invitan a pensar a Gabriela Mistral, creo que también resulta significativo pensar algunos antecedentes de la propia formación de la connotada maestra, problematizando con ello el concepto de educación y las características que ésta tiene hoy en Chile.

Pensar a una mujer que fue reconocida con el más alto galardón internacional entregado a las letras, nos lleva a preguntarnos, por ejemplo ¿Cuáles fueron algunas de las experiencias que marcaron la trayectoria exitosa de esta profesora que se corona con el Premio Nobel? ¿De qué formas Mistral desafió las representaciones sociales de la época sobre lo que era ser mujer, provinciana y pobre? ¿Cómo se fue configurando esa relación distante y compleja que tuvo la autora con la educación formal?

Las memorias de Gabriela Mistral sobre su etapa escolar están marcadas por la acusación de robo por parte de una profesora quien la responsabilizaba por la pérdida de unos papeles, los que según Mistral, ella tenía porque otras personas se lo regalaban. Esa acusación y la herida que ésta le causó se trasladaron a otros espacios y según ella, influyeron en el hecho de ser apedreada literal y simbólicamente por sus compañeras de escuela.

Mistral se refirió también en varios de sus escritos, a las exclusiones que sufrió al momento de querer ingresar a la Escuela Normal para formarse como profesora, siendo marginada, según ella porque el sacerdote de la región no aceptaba su escritura fuera de lugar. Más tarde, alegaba la misma situación cuando se refería a su marginación de los círculos principales del Ministerio de Educación de la época, los que según ella no le perdonaban su falta de título.

Así, la trayectoria educativa y de formación profesional de Gabriela Mistral estuvo marcada significativamente por experiencias de educación informal y no formal, destacándose, por ejemplo, su formación familiar, la iniciación en la docencia por parte de su hermana, su autoformación como lectora gracias a la generosidad de un periodista de su región quien compartía con ella su biblioteca, la iniciación en la lectura de la Biblia por parte de su abuela y los numerosos viajes alrededor del mundo, en misiones de colaboración o servicio consular, entre otras cosas.

Reconocer las exclusiones en las narrativas mistralianas y las experiencias de educación informal y no formal de nuestra profesora-Premio Nobel, nos invita a pensar la educación más allá de los muros de la escuela, valorando la riqueza de personas, experiencias y saberes que durante mucho tiempo han sido excluidos de la educación formal. Así, preguntarnos sobre Gabriela Mistral nos permite re-leer las riquezas que contienen su figura, experiencias y obras y al mismo tiempo nos invita a pensar algunas de las características de la educación chilena hoy en día.

Pienso en esto, por ejemplo, cuando recuerdo las últimas manifestaciones estudiantiles chilenas de este año, las que entre otras cosas, tenían como objetivo oponerse al ingreso al Congreso, del Proyecto de Carrera Docente elaborado por el Gobierno, el que se proponía regular el ejercicio de los profesores (as) imponiendo las condiciones de ingreso y ascenso en la carrera. En este proceso, los estudiantes y docentes (mayoritariamente, trabajadores (as) de escuelas públicas2), salieron a las calles, gritaron y se manifestaron (incluso por medio de carnavales) por el rechazo de un proyecto que sentían no los incluía. Durante estas últimas manifestaciones también, un lienzo que interpelaba a Gabriela Mistral, fue colgado en las rejas de una Universidad, que también guarda su busto.

Después de aproximadamente tres meses de movilizaciones, el Proyecto de Carrera Docente ingresó al Parlamento para ser discutido. Las voces, saberes y deseos de los profesores (as) en ejercicio y en formación quedaban fuera de la discusión de un Proyecto que regulaba su profesión y sus vidas. Al mismo tiempo, el lienzo que recuperaba la figura de Mistral siguió resistiendo en las rejas de la Universidad, claro que afuera de los muros universitarios.

A 70 años del Premio Nobel de Gabriela Mistral, me pregunto acerca de todo lo que ello nos invita a pensar. Tal vez, en un ejercicio de sinceridad, en lugar de celebrar debiésemos preguntarnos acerca de las formas en que en Chile siguen operando lógicas excluyentes en materia de educación, esas mismas de las que ya nos alertaba nuestra Nobel hace años. Tal vez sería significativo preguntarnos acerca de las diferentes estrategias que continúan marginando personas, saberes y experiencias y con eso desafiarnos a reflexionar sobre nuevas formas de pensar lo político y la educación.

Tal vez, este 2015, nuestra Gabriela Mistral, profesora-Nobel tampoco estuviese con ánimo de celebrar, tal vez en lugar de una Gabriela orgullosa de la educación en su país, como decía el lienzo de los (as) estudiantes, tendríamos a una Gabriela de luto por la educación.

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